Las conversaciones que estaban siendo olvidadas por Lirva empezaron nuevamente, Santiago la buscó otra vez, el día anterior a la cita hablaron hasta la madrugada y antes de verse ella se arregló lo suficiente para causar la impresión que acostumbra.
Lirva fue la primera en llegar y al verse se saludaron con un beso en la mejilla, caminaron juntos hasta un nuevo lugar, uno en el que no habían estado antes, quisieron sentarse pero no había espacio, así que decidieron conversar de pie. Santiago empezó haciéndole preguntas algo personales para ella, y él prometió contestar cualquier pregunta que ella le hiciera, pero ella no tenía ganas de conversar, sino que en ese momento quiso decirle la verdad sobre quien era en realidad, quería decirle que ella no era Avril, sin embargo se contuvo. Santiago cantaba su música favorita y le incitó a ella a que cantara también, a lo cual accedió, ambos se sentían tan cómodos hasta que un par de bandidos se les acercó, Santiago les enfrentó y salió victorioso, y ambos corrieron para mantenerse a salvo y alejarse de los rufianes y no los molestara de nuevo. Encontraron un nuevo lugar, pero al rato se fueron, estuvieron caminado por el bosque, pasaron junto a felinos salvajes, pero estos no se mostraron agresivos, siguieron caminando hasta llegar a donde una planta carnívora amenazó con comerlos, gran error, porque la espada de Santiago la mató en dos segundos. Entonces, permanecieron allí, abrazados, él tocó su cuello y ella fue débil, luego él la atrajo más a él, fue ahí donde ella casi muestra su verdadera escencia.
Se despidieron, y ella fue caminando sola a casa, al llegar se sorprendió al verlo aún en el lugar en donde se separaron, inmediatamente él se fue.